2007/06/25

Menton - Manosque

Domingo 29 de Abril de 2007Estuve toda la mañana decidiendo entre ir a Saint-Tropez o adentrarme por los Alpes Marítimos hacia la Provenza. Finalmente opté por lo segundo.
Salí del albergue de Menton y sin parar en Mónaco fui directamente a Niza. Una vez allí al pararme en un semáforo debajo de un túnel me miré al espejo retrovisor y me di cuenta de que tenía la cara roja del sol. Obviamente no podría continuar así por mucho tiempo. Aparqué la moto cerca de la playa. Se estaba celebrando la maratón en el paseo marítimo. Me metí a un super que estaba abierto a pesar de ser domingo. Fui a la sección de cremas para el sol y como si fuera lo mas normal me eché un poco en la mano. Con la mano cerrada me fui a la parte de los yogures donde había un espejo y me la puse por la cara. Traté de extenderla bien pero siempre te queda algo blanco. El encargado se acercó pero no dijo nada. Me temblaba el pulso. El debía creer que me estaba metiendo un actimel en el bolsillo. Compré un plátano y un yogur para beber y me marché. Una vez fuera no me di cuenta de que se me había olvidado ponerme crema en el dorso de las manos...
Después de Niza fui a Cannes, vi la alfombra roja que se usaría dentro de un mes y el hotel que aparece en "el secreto de Anthony Zimmer". La luz del sol era muy fuerte y como esta última parte de la costa azul se estaba volviendo poco interesante decidí acortar por el interior y ver la Provenza.
Fui a Grasse, que es la localidad en la que está inspirada "El Perfume", y asistí a una visita guiada en la fábrica de Fragonard. Era un poco orientada a que los turistas compraran colonias a la salida, pero como era gratis no me quejé. Lo mejor del pueblo es que se huele un kilómetro antes de llegar. Es el centro mundial de la fabricación de perfumes.
Lo siguiente en este día largo fue atravesar los Alpes marítimos. El cielo era completamente azul, hacia frío. Las carreteras eran excepcionales, casi vacías de no ser por los motoristas que iban de ruta. No había cobertura en medio de las montañas. Fue un viaje duro pero el paisaje de gargantas con arroyos abajo del todo y lagos (ver foto) me permitía hacer paradas interesantes. Cada poco tiempo miraba el mapa para hacer cálculos de hasta donde podría llegar antes de que anocheciera y cada vez iba recortando tiempo y mejorando mis perspectivas. Finalmente casi de noche llegué a Manosque.
El albergue estaba genial, lo llevaban unos hippies muy majos. Me dieron una habitación para mi solo. Cogí la moto y me fui al pueblo a cenar. Un kebab con patatas que era un autentico mata-hambres. Y luego un crep, de chocolate.